Muchas veces escuchamos a usuarios de lentes de contacto que estas ya no les resultan tan cómodas, que notan sequedad, la visión les fluctúa y a última hora están deseando sacarlas.
Como ópticos les informamos que estas sensaciones no son normales, ni deseables y que hay que realizar un estudio y valoración de su ojo, de su refracción y del tipo de lente de contacto que está usando, así como el tipo de producto utilizado en su limpieza.
¿Qué tipo de lente es la más adecuada?
Para ello estudiamos los siguientes factores:
- - Graduación: miopía, astigmatismo, presbicia...
- - Valoración de las estructuras oculares y la calidad y cantidad de lágrima, ya que esta se ve modificada con la edad y esto conlleva una peor hidratación y comodidad en el porte de lentillas. Se valorará cómo la lágrima se disipa sobre la córnea, ya que si existen cicatrices, pterigium u otras alteraciones corneales pueden modificar la película lagrimal dando lugar a puntos de fricción.
- - Comportamiento de la lente de contacto en el ojo, ver como es su movimiento con el parpadeo y como se estabiliza. La lente elegida será aquella que produzca una menor interacción con los tejidos oculares, que preserva una buena condición lagrimal y permite una buena oxigenación a la córnea.
- - En cuanto a materiales, las mejores lentillas que hay hoy en día son las de hidrogel de silicona, en casos más delicados podemos decidirnos por unas diarias de hidrogel de silicona con gradiente acuoso.
Otro tema importante, son los sistemas de mantenimiento. Así, los peróxidos son los limpiadores que menos alergias pueden producir, mientras que las lentes de contacto diarias no necesitan ningún sistema de mantenimiento puesto que se desechan a diario.
Fuente imagen: Pixabay - slavoljubovski